domingo, marzo 07, 2010






14 de Enero de 2010

(CONTINUACIÓN)

Cuando aún me dolía la frente y la cabeza por el golpe del periódico, me llamaron a gritos desde la parte de enfrente de la calle.

-¡George! Eooo, vamos, que hoy no hay clase. Vamos a divertirnos.

Eran mis amigos Timoteo, Tomás y Arturo. Timoteo suele ser el master en los juegos de rol. Anda que no se lo pasa bien el mozo ni nada con sus aventuras. Las cosas que les llegan a pasar a nuestros personajes suelen ser de lo más variopintas. Y no es master sólo cuando estamos en la sala rolera de la tienda friki a la que acudimos. Lo es el 100% del tiempo.

-Vale, le pido permiso a mi madre, aunque no sé si me deje.

Bueno, también es cierto que como ha cambiado pues...

-Oye, mamá, ¿puedo salir a pasar el día con mis amigos?
-Claro, cielo, si quieres pasa todo el día fuera. Pero ponte el abrigo. Y toma...

Me ha dado diez dólares. ¡DIEZ DÓLARES! ¡NO ME LO PUEDO CREER!

-Pero ven a tiempo para la cena. No vaya a ser que se mosquee tu padre.
-Aquí estaré para cenar como un clavo. A las ocho me tienes en casa.
-Tranquilo, con que estés para las diez me vale.

Me gusta este universo paralelo.

Bien, pues ahí que salgo con mis amigos. Y así fui conociendo la zona de Colorado que solían pisar nuestros pies.

-Lo primero de todo vamos a hacer una competición de ángeles.- Sugirió Timoteo, que en este plano se llama Tim- El que mejor lo haga conseguirá cien puntos adicionales de fuerza en su PJ.
-Me vendrían de perlas, pues el mío ahora mismo es una caca- dijo Tom (Tomás) compungido, la verdad que sus PJ´s suelen ser de lo más desafortunado, tiene muy mala suerte tirando los dados.
-A todos nos vendrían de perlas- bromeó como siempre Arthur (Arturo), es un chaval tan jovial, alegre y cachondo mental... su forma de ser siempre me ha gustado.
-Menos hablar y más angelear- gritó Tim. Y ahí que Tom, Arthur y yo nos abalanzamos contra la helada nieve y agitamos los brazos y las piernas en medio de potentes carcajadas, mientras que unos blanquecinos copos caían sobre nuestro cuerpo. Los ángeles de verdad nos bañaban e inspiraban mientras que nosotros simulábamos nuestros propios ángeles.

Tim, una vez que hicimos nuestra blanca obra maestra, se aproximó para juzgar al mejor ángel, y desde luego había que reconocerlo. Arthur lo había clavado, así que para él fueron esos cien puntos. A los demás nos otorgó diez puntos en destreza como premio de consolación, y porque Tim, como master, había disfrutado mucho con esa prueba.

Tras eso nos fuimos a una enorme sala recreativa a jugar. Convivían en la misma arcades antiquísimos junto a máquinas de juegos innovadores, con pistolas, volantes, simuladores... El paraíso de todo adicto a los videojuegos de máquinas pesadas era aquel lugar.

Y ahí me encontré con esa chica. Rubia, no tanto como mi madre, pero tan bonita... El corazón me empezó a palpitar a mil por hora, y cuando hice un ademán de ir a saludarla mis tres amigos me frenaron en seco.

-¿Dónde te crees que vas?- preguntó impresionado Tom.
-¿Cómo que dónde? A saludar a esa chica- respondí yo, molesto.
-A ver, como te lo digo- me dijo Tim mirándome inquisitivamente de arriba abajo- ella está en otra élite. Ella es popular, y tú, amigo mío, eres como nosotros, o sea... ¡FRIKI!

CONTINUARÁ...