sábado, febrero 13, 2010


DERECHOS... ¿HUMANOS?

POR NATXO HATXE (LIBREPENSADOR EN SUS RATOS LIBRES)


Ver y comprobar cómo se ataca una y otra vez a gente inocente hunde el corazón de cualquier ser humano. Todos somos iguales, hombres y mujeres, negros y gitanos, moros y cristianos...

¿Por qué empeñarse en ver el mal donde no lo hay, en crear excusas que justifiquen actos impunes y violentos, en ver bien ajusticiar a aquel que piensa de manera diferente de nosotros? ¿Quiénes somos nosotros? ¿Los buenos? ¿Y los que son diferentes de nosotros son los malos?

Cuando veo las noticias de guerra en los medios de comunicación, veo más allá de la infame casquería que hace que revienten los índices de audiencia. Veo a una madre que se ha quedado sin hijo y a una abuela que se ha quedado sin nieto. Veo a unos amigos que se han quedado impotentes, y a los que les han arrebatado a su compañero de alegrías, y a aquel que les ayudaba cuando estaban en algún apuro.

Afganistán es ahora noticia, y también lo vuelve a ser Irán. El dictador que regenta este estado no es muy diferente del dictador que mandaba en Irak, y que fue ajusticiado públicamente, dando la vuelta al mundo las imágenes de esta justicia popular. Pero estos politiquillos no mandan de manera justa. No les importa que el pueblo sufra.

Yo soy apolítico, pero soy ciudadano del mundo. Y cada vez que uno de mis hermanos sufre, no puedo cerrar los ojos y cambiar de canal. Insúltenme si quieren, y llámenme humano. Pero es mi idiosincrasia ser una buena persona. No seré el más puro del mundo, tendré mis defectos como todos, no sé cuál será mi destino ni que me dirá Dios cuando haga mi último viaje. Pero sé que estas cosas no están bien.

Esto relata Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz y presidenta de la Organización de los Defensores de los Derechos Humanos
acerca de lo que está sucediendo en Irán:

Lo que hemos visto en el día de Ashura [tradicional fiesta chií] es mucho más duro y doloroso de lo que podría relatar aquí. La sangre de los valientes jóvenes de esta tierra ha teñido de rojo las calles apedreadas: uno de nuestros iraníes murió atropellado por un coche con un grito de libertad en su boca; otro, durante el día de luto por el imam Hussein, fue arrojado al vacío desde un puente en su búsqueda de la justicia y otro fue asesinado. Una vez más se oía el clamor y el lamento de los corazones. En verdad, ¿qué pecado has cometido para que te hayan matado?
... La detención de un creciente número de personas, la oleada de privaciones de estudio y expulsiones de los jóvenes universitarios, el aumento de las destituciones de los activistas sociales, la prohibición ilegal de muchos medios de comunicación, la creciente limitación de la libertad de expresión, la cancelación de las actividades políticas, culturales y sociales, el enfrentamiento con las instituciones civiles, el uso de la violencia, el insulto, el abuso físico y el asesinato, el empleo de palabras obscenas y oprobiosas contra los participantes en las protestas (incluidas las mujeres iraníes), el asesinato de un grupo de jóvenes detenido ilegalmente en las cárceles y no procesar a los responsables de estos delitos, la subjetividad de los medios de comunicación estatales, la presión a los líderes del movimiento verde y popular y a otros activistas políticos, sociales y culturales, artistas, estudiantes, mujeres, minorías religiosas y raciales, etc... son algunas de las muchas actuaciones que han provocado el aumento de las protestas de la gente, hechos que han influido mucho en el aumento de la presión económica y cotidiana sobre las personas. Y nos preguntamos: ¿acaso frente a sus protestas el pueblo iraní, que de manera pacífica y completamente civil muestra su desacuerdo con el Gobierno, tiene que recibir balas, provocaciones y amenazas desde las tribunas de los representantes del Gobierno? ¿Han servido de algo las actuaciones de los que comenzaron a tocar la campana de la violencia el 13 de junio y lo han seguido haciendo hasta la fecha?
Un grupo del propio Gobierno y de la oposición, críticos y pensadores, ha sugerido vías para el diálogo con el pueblo para poder así dar por terminada esta etapa de violencia y tensión, pero desgraciadamente parece que la voz de los reformistas y pacifistas se ha perdido entre los gritos y el escándalo de los partidarios de la guerra y la violencia.

La solución ella misma la sugiere, y os dejo con sus sabios consejos, pues mi reflexión puede ser buena, pero es más acertado quedarnos con estos consejos útiles:

Unámonos para que cualquiera de nosotros, sea cual sea su papel en la sociedad, haga lo posible por dar pasos hacia la paz. Nosotros somos un pueblo amante de la paz que ahora debe usar medios civiles y contrarios a cualquier tipo de violencia para mostrar nuestro desacuerdo, crítica, oposición y disensión, para de este modo no caer en las garras de los que buscan la coacción y la violencia.